Habitacion del diablo
Habitacion del diablo

lolita slave girl

Lolita Slave Toy



Yo creo Esclavas Lolita de juguete. En caso de que no sepan a qué me refiero, es muy simple: Transformo chicas jóvenes en juguetes sexuales fácilmente manejables. Eso. Ellas no pueden escapar, resistirse, ni decir algo; ellas solo están ahí para tu diversión sádica. ¿Curioso del porqué? 

Soy un cirujano viviendo en uno de esos países en las periferias del este europeo. Una sociedad bastante ruda, la pobreza es enorme y a menos que tengas dinero y conecciones, estás cagado. No es necesario decir que yo tengo ambas. También tenemos hermosas mujeres aquí, los países del este europeo son bien conocidos por eso. Afortunadamente (para mí), algunas de estas chicas ya no tienen parientes o familiares y viven en orfanatos. Yo no llamaría a eso vivir, es increíble lo que encontrarás ahí. Algunas chicas muy jóvenes tienen suerte y son adoptadas, pero a la edad de 8 o 9 ya son muy grandes. Algunas de las niñas más lindas son vendidas para prostituirse y podrías considerarlo suerte también; en vez de desaparecer lentamente en la mugre y la pobreza. Yo compro algunas chicas. Generalmente, tomo las más atractivas que rondean los 9 y 10 años, antes que comiencen su pubertad. El orfanato coopera bastante, están alegres de tener una boca menos que alimentar. De la misma forma, aceptan mis donaciones para ellas.Nunca preguntan y yo nunca divulgo nada. Ellos saben que soy cirujano; probablemente piensan que hago algunos experimentos con las chicas o cortar sus órganos para después venderlos. Pero no, encuentro un negocio mucho más rentable; transformo a las chicas en juguetes sexuales. Puedes ordenar una Juguete Sexual Lolita si quieres. No son baratas; cobro entre 30.000 y 40.000 dólares por un juguete. Eso no toma en cuenta los gastos de envío. Pero tendrás una Juguete Sexual Lolita que te satisfará por muchos años, ella es como una muñeca, ¡pero con vida!

Déjame decirte cómo logro que una joven niña de orfanato se haga una muñeca viviente. Cuando he encontrado una chica nueva y apropiada, pediré al orfanato que la vengan a dejar a mi villa. Ella llegará desnuda, atada y con los ojos vendados. Después de una breve inspección y un chequeo médico la llevaré a la clínica especial de mi villa. Después la limpiaré profundamente. Estas chicas son sucias, realmente apestan; no han visto un baño en años y son muy descuidadas. Cuando está finalmente limpia la pondré en una camilla y le daré una inyección que la hará dormir.

Le crearé una nueva identidad y le daré un nuevo nombre – No conozco los nombres reales de las chicas, solo sé su edad y es todo lo que necesito. En el orfanato, cualquier dato de ella será destruido. Nunca existió. Ahora su existencia será la de un mero juguete. Tengo un trío de Esclavas Lolita de juguete; Dasha, que tiene 11 años y está en la etapa final de su transformación; Tanya, que ahora tiene 12 años, 2 años desde que la creé; y Luda, que tiene 14 años y un embarazo de 4 meses.

La mañana siguiente es la gran operación. La chica aún estará durmiendo debido al anestésico de la noche anterior. La pondré en la mesa quirúrgica y le administraré más anestésicos para la operación. De modo que si te estás preguntando porqué mi Juguete Sexual Lolita no se resistirá ni se irá; muy simple: ¡Le amputo piernas y brazos! Le amputaré los brazos hasta los codos y sus piernas hasta las rodillas. Fácil, ¿no? Esta chica jamás se arrancará de ti…

Para ella esta es una operación muy pesada y probablemente el paso más crítico en el proceso de transformación. Pero la mayoría de las veces sobreviven.

Ya no estoy dejando a las chicas con muñones en brazos y piernas. Les adjunto una barra de metal de 5 cm. al hueso de sus brazos y piernas antes de coser las heridas. El otro extremo de la barra metálica tiene una rosca de tornillo a la que se puede adjuntar una junta tórica. ¡Cuando esté lista, podrás asegurarla con una cadena, o candado, a cualquier objeto que quieras! Mi Tanya y Luda normalmente tienen una cadena pegada a la espalda, encajada con ambas juntas tóricas en los muñones de sus brazos. Eso mantendrá sus brazos muy bien pegados a su cuerpo.

Al principio debes cuidar mucho de las heridas en los muñones, para prevenir infecciones. Una vez que la herida haya sanado completamente, pondré silicona encima del muñón. Esto va cubierto por terciopelo blanco y se ve muy dulce, a pesar de las crueles juntas tóricas al fin de lo que les queda de brazos y piernas. Después de unos pocos meses, cuando las piernas y brazos se han recuperado completamente, puedes poner algo más de presión en las juntas tóricas. Yo comencé hace un año colgando a Tanya y Luda de sus brazos y piernas desde el techo. Es un muy interesante decorado para tu cuarto: ¡una Lolita desnuda colgando de tu techo! Y es bastante agradable usar su vagina o boca cuando está colgando de esa forma.

Pero antes de eso hay un largo camino por recorrer. La operación no está lista amputando sus brazos y piernas. Después también cortaré sus cuerdas vocales, así no podrá volver a hablar o incluso hacer sonidos. Además, le removeré los dientes. Hecho esto, le implanto una capa de silicona con una capa más delgada en sus mandíbulas. Ella aún podrá chupar penes, pero no podrá mascártelo. De hecho, es muy agradable cuando ella intenta mordértela un poco; las capas superiores te dan algo parecido a un masaje.

El implante de silicona es absolutamente necesario, sino su boca parecería la de una abuela desdentada. Esto la mantendrá bella. Para mantener su boca en buena forma, usará una mordaza la mayor parte del tiempo. Esto puede sonar obsoleto, porque corté sus cuerdas vocales y no podrá hablar de ninguna manera, pero es un tema estético. Simplemente, una chica amordazada se ve bien y no necesita de su boca para cosas que no sean alimentación, bebida o culear.

Una vez que la operación esté lista, le daré a la chica una o dos semanas para recuperarse y dejar que las heridas sanen. Después comenzará su entrenamiento.

Ella ya no es una chica ordinaria, sino que un juguete y tiene muchas cosas por aprender. Ya que no tiene dientes, no puede comer. Debe ser alimentada como un bebé. Yo lo hago una vez al día con una mamadera y fórmula de infantes, porque contiene todos las vitaminas y minerales. No le daré más de lo necesario; no quiero que engorde, porque ya no puede moverse. Debes cuidar de eso.

Ella bebe una mamadera llena de agua, té o limonada tres o cuatro veces al día, así que consume al menos 2 litros de agua por día. Eso es suficiente para mantenerla saludable. Al principio, pondré la botella en la boca, pero pronto solo dejaré la botella junto a ella, de forma que tendrá que ponérsela en la boca ella misma. Toma algo de práctica que logre poner la botella en su boca, ya que no tiene brazos, pero eventualmente lo hará y beberá. Cuando lo haga, le vendaré los ojos antes de que tome la botella; antes de que su entrenamiento haya finalizado debe encontrar la botella y beber de ella, sin ver.

La comida y la bebida se devuelven, así que la llevo al baño unas veces al día. Como no se puede mover, debes levantarla y llevarla al baño. Cuando estoy haciendo negocios, pongo un cateter en su tracto urinario. Ya que no come mucho, tampoco caga mucho.

Aunque ya no puede hablar, aún me puedo comunicar con ella para enseñarle cosas elementales. Le enseñaré a dar un mamón apropiado, le enseñaré a disfrutar el sexo cuando su clítoris y labios vaginales sean estimulados con un vibrador. También le enseñaré qué significa ser una esclava. Le azotaré la vagina todos los días, mientras uso un vibrador, de modo que ella en algún punto no podrá discriminar entre dolor y placer. Pondré pinzas y colgadores en sus pezones y labios vaginales, los que también estiraré. Intensificaré su entrenamiento cuando le ponga más y más agujas en la vagina. También usaré cera caliente, su clítoris será torturado con agujas, su vagina será electrocutada y atada con hilos. Tendrá que soportar cualquier forma posible de tortura antes que siga con la próxima etapa de su transformación. En esta fase estará la mayor parte del tiempo con los ojos vendados, pero cuidaré de que también pueda ver cómo la torturo. Tengo una cámara corriendo casi siempre, así que tendrá que ver su propia tortura y otras películas realmente hardcore, al menos una hora por día.

En algún punto, no solo será una esclava física, sino también mental. Su mente ya no resiste, se ha vuelto totalmente sumisa. Entonces haré las últimas modificaciones para hacerla una Esclava de juguete. Ella ya está inmovilizada y discapacitada para comunicarse, ya que no puede hablar. Hasta ahora puede ver y oír, no estaba completamente privada sensorialmente. Una verdadera esclava no puede moverse, hablar, ver u oír, solo sentir.u

Antes de privarla de sus últimos sentidos, le doy una leve anestesia. Después pongo audífonos en sus orejas y programo ruidos extremadamente fuertes que duran varias horas. Esto será suficiente para dañar su audición lo suficiente como para que no vuelva a escuchar. Como un toque final, trataré sus ojos con un láser. Ella no será completamente ciega. Mi Tanya y Luda aún reaccionan a luces fuertes y supongo que aún pueden ver sombras tenues, pero no pueden reconocer nada y casi están sordas. De cualqier forma, vendo sus ojos la mayor parte del tiempo, pero eso es por gusto personal. Están completamente paralizadas, ni siquiera hacen ruidos cuando las torturo. Solo puedo notar que sufren dolor por las reacciones de su cuerpo, la respiración agitada y la expresión de su rostro.

Cuando se haya recuperado de esto, estará transformada en un pequeño juguete indefenso listo para la venta. Son fáciles de cuidar; solo un poco de comida y otro de cuidado (limpieza diaria). Están inmovilizadas, puedes juntarlas a cualquier objeto e incluso “decorar” a costa de ellas. No pueden hablar, oír o ver; están completamente privadas sensorialmente. Las Esclavas de Juguete que están a la venta aún son vírgenes y recién están entrando a la pubertad. De todos modos, están bien entrenadas para el sexo oral y han sido fuertemente torturadas y abusadas. Pueden embarazarse, así que la anticoncepción es aconsejada, a menos que quieras disfrutar de una esclava de juguete embarazada. Solo hazme saber si quieres ordenar una.


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Fantasma en Wolfe Manor


Vídeo grabado en Wolfe Manor, una mansión conocida por todos los habitantes de la ciudad de Clovis (California) ya que en ella se narra que se han producido abundantes encuentros con fantasmas, que se han podido documentar en fotografías y vídeos. En el edificio se han grabado algunos episodios de shows televisivos como "Ghost Hunters" o "Ghost Adventures".

En esta grabación puede observarse como, mientras les dirigían por un tour guiado por la mansión, aparece fugazmente una niña pequeña a la que parecen brillarle los ojos. Las personas que tomaron el vídeo aseguran que en el momento no notaron ni vieron nada y que segundos antes habían estado en esa habitación y en aquel lugar únicamente había una mesa vieja sobre la que no había ningún objeto que pudiera reflejar la luz. Sea este supuesto fantasma real o no lo que si es cierto es que Wolfe Manor fue antaño un manicomio que tenía la oscura fama de que en él fallecían todos los días uno o más internos, por este motivo varios empleados abandonaron su empleo aterrorizados por las lamentables condiciones de higiene y la deplorable forma en la que se atendían a los pacientes.






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La maldicion de carmen winstead



Cuenta la leyenda que un grupo de amigas queriendo gastar una broma a una compañera del colegio la tiraron por el hueco de una alcantarilla. La chica se partió el cuello en la caída y desde entonces comenzaron a…

Finalizada la hora del almuerzo escolar, la maestra les comunicó a los alumnos que la junta directiva había planificado un simulacro de incendio en el que todos debían participar.

Poco después sonó la alarma y los alumnos salieron para reunirse en el patio. Era un día caluroso, con el cielo despejado y un sol que hacía arder la piel, llenando las frentes de los estudiantes con pequeñas gotas de sudor.

La maestra comenzó a leer la lista de nombres. Todos alzaban la mano y decían “presente” de forma mecánica, consumidos por el aburrimiento. Sin embargo, una chica de un grupo de cinco amigas se fijó en el hecho de que Carmen (una compañera de clase) estaba de pie junto a la alcantarilla, a la que le faltaba la tapa desde hacía semanas, y aún faltaba bastante para que la maestra leyera su nombre. Sus ojos brillaron. Carmen estaba entre las últimas de la larga lista organizada en orden alfabético: ¿qué pasaría cuando la llamen si caía en la alcantarilla? “¡Carmen está en la alcantarilla!”, podrían corear y entonces todos reirían a carcajadas y la pobre Carmen sería el hazme reír. Quién sabe, incluso podrían terminar por bautizarla como “La Chica de la Alcantarilla”. La oportunidad de romper el aburrimiento y hacer historia era perfecta, así que les comunicó discretamente la idea a sus cuatro amigas y todas empezaron a agolparse en torno a Carmen, fingiendo torpeza para empujarla y hacerla caer sin que aquello pareciese premeditado…

La maniobra fue perfecta, Carmen apenas emitió sonidos de queja mientras la hacían caer y, cuando dijeron su nombre, las cinco chicas empezaron a gritar: “¡Ella está en la alcantarilla¡ ¡Ella está en la alcantarilla!”.

Un mar de carcajadas se desató, pero las risas empezaron a silenciarse cuando la maestra se acercó a ver y, antes de que emitiera palabra alguna, se giró y miró a todos con una mueca impregnada de angustia y terror. La situación no inspiraba risa alguna: Carmen había caído de cabeza en el hueco y al aterrizar su cabeza se había torcido hacia un lado en una posición totalmente imposible, su cara casi sin piel después de haberse raspado contra las paredes de la alcantarilla en la caída y una mueca espantosa como si hubiera tratado de gritar y no hubiese tenido el tiempo suficiente. La sangre se dispersaba en un charco que se mezclaba con el excremento húmedo y maloliente que impregnaba todo su cuerpo.

Las cinco chicas se acercaron a ver. Una lágrima asomó tímidamente en la mejilla de la autora de la broma mientras sus ojos atónitos contemplaban como una gorda cucaracha yacía sobre lo que alguna vez fue el rostro de Carmen, moviendo sus antenas como para ver si todo estaba bien. Pero nada estaba bien, y ella y cada una de sus amigas se sintieron como uno de esos repulsivos insectos cuando la Policía vino y determinó que Carmen tenía el cuello roto y estaba muerta. Según dijeron, al caer Carmen se golpeó con las escaleras metálicas, de tal forma que perdió la cara y después se rompió el cuello al estrellarse contra el cemento.

Minutos después se llevaron el cadáver de Carmen, acompañado por una procesión de moscas cuyos zumbidos eran casi el único ruido en medio del fúnebre silencio. Ese día hubo un interrogatorio después de clases. Todos debían ir.

En el interrogatorio las cinco chicas dijeron que fue un accidente y que ellas fueron testigos. La Policía les creyó y el caso de Carmen Winstead se cerró, pero algo aún más siniestro había comenzado…

Meses después, compañeros de clase de la fallecida Carmen empezaron a recibir correos electrónicos que se titulaban “La empujaron” y afirmaban que a Carmen la habían empujado, que su muerte no era un accidente. También, los correos decían que los culpables debían asumir la responsabilidad del crimen, pues de lo contrario habría terribles consecuencias. La mayoría pensó que los correos eran una farsa elaborada por alguien que quería divertirse causando temor, pero otros no estaban tan seguros.

Transcurridos unos pocos días tras la cadena de correos, la chica que ideó el plan para ridiculizar a Carmen estaba bañándose cuando de pronto oyó una extraña risa. Cerró el grifo para oír mejor: la risa parecía venir del interior de la ducha. ¿Acaso se estaba volviendo loca? Aterrada, se secó rápidamente, se vistió, se despidió de su madre nerviosamente y se fue a dormir más temprano que de costumbre. Cinco horas después su madre se despertó al oír un portazo en la puerta de entrada. Su hija no estaba en la habitación ni en lugar alguno de la casa. Llamó a la Policía, pero los agentes poco podían hacer al respecto, ya que no se podía interponer una denuncia en personas desaparecidas hasta que transcurrieran 48 horas, aún así prometieron a la desconsolada madre patrullar las calles cercanas para buscar a su hija. La búsqueda de familiares y amigos tampoco tuvo éxito y la chica no apareció aquella noche.

La mañana siguiente mientras el conserje del colegio limpiaba las hojas secas del patio, se encontró que la tapa de la alcantarilla (que habían vuelto a colocar después de producirse la trágica muerte de Carmen) había sido levantada y apartada a un lado. Al asomarse descubrió algo realmente escalofriante. Parece que la chica desaparecida la había retirado antes de lanzarse de cabeza por el conducto y se encontraba en el fondo con el cuello roto y la cara destruida, borrada por los golpes que se había dado al caer y golpearse con las escaleras metálicas de las cloacas. Una muerte idéntica a la que sufrió Carmen.

El mismo destino les esperaba a las otras cuatro culpables de la muerte de Carmen. Tras la muerte de las dos primeras un equipo del ayuntamiento soldó la alcantarilla para que nadie más pudiera abrirla. Sin embargo eso no pareció impedir a la tercera víctima arrancarla del suelo, algo que requería una fuerza sobrehumana. Por supuesto esa fue la gota que colmó el vaso y se decidió colocar vigilancia las 24 horas del día en ese peligroso punto de encuentro para “suicidas”.

Las dos víctimas restantes murieron de la misma forma, pero el espíritu de Carmen en esta ocasión las guió hasta alcantarillas cercanas a sus domicilios, la vigilancia podría frustrar sus planes. Una por una cayeron en las alcantarillas, perdiendo el rostro y rompiéndose el cuello. Todas se habían quedado dormidas antes de su trágica muerte, en ese momento cuando se encontraban más vulnerables, Carmen aprovechaba para poseer sus cuerpos y guiarlas como si se tratara de un caso de sonambulismo hacia un muerte tan cruel como la que ella había sufrido. Un destino cruel porque podían sentir todo lo que ocurría pero no tenían control sobre su cuerpo.

Pero la cadena de muertes no se detuvo ahí, ya que posteriormente otros compañeros de clase de Carmen también fueron encontrados muertos en distintas alcantarillas, con el cuello roto y el rostro anulado. Ellos y ellas también se habían dormido antes de aparecer muertos…

Resultaba muy inquietante pensar que todos esos otros compañeros muertos no habían creído en los correos electrónicos que afirmaban que Carmen fue empujada. ¿Acaso el espíritu de Carmen se estaba vengando? ¿Podría eso explicar muertes tan extrañas en las que no se entendía cómo diablos los cuerpos habían ido a parar a la alcantarilla sin que nadie advirtiese con claridad el rumbo que las víctimas tomaban antes de ser asesinadas? El espíritu de Carmen Winstead andaba suelto y, quien no creyese que ella fue empujada, corría el riesgo de ser castigado con una muerte semejante a la de Carmen, muerte que caería sobre él o ella durante las horas de sueño, con un sigilo que solo se rompería al caer por la alcantarilla…

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NOTA: Esta leyenda es muy reciente, se empezó a propagar en el año 2006 mediante una cadena de correos en los que afirmaban que si no enviabas la historia a tus amigos Carmen Winstead regresaría del mundo de los muertos a por ti por no creer su historia. Actualmente está resurgiendo en Estados Unidos gracias a mensajes en cadena efectuados en facebook a través de publicaciones en los muros.
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: El Necronomicón

Titulo:El Necronomicón
historia:El Necronomicón fue citado muchas veces por Lovecraft a lo largo de su obra y, pese a que admitió que no era más que un invento suyo, algunos aún creen que el Necronomicón existe y que en él se encierran los secretos para despertar a las terribles y siniestras fuerzas que alguna vez imperaron sobre la Tierra antes de que la Humanidad viese la luz.

Al igual que Jorge Luis Borges, H.P. Lovecraft fue un maestro a la hora de inventar libros que nunca existieron y crear y usar con asombrosa verosimilitud las citas de aquellas quimeras bibliográficas. Fruto de ese talento es el Necronomicón, texto que principalmente es un grimorio ficticio que pertenece al ámbito de la magia negra (sobre todo nigromancia), que fusiona terribles ritos pre-arios con elementos que recuerdan a los grimorios medievales y con otros rituales conocidos por los folcloristas y que, por los relatos que encierra, es capaz de suscitar en muchas mentes la idea de unos terribles seres primigenios que vinieron de las oscuras entrañas del cosmos y desplegaron sobre la Tierra una siniestra civilización anterior a los primeros hombres. Combinando en el Necronomicón lo ficticio y lo real, Lovecraft desplegó todos sus amplios conocimientos de Ocultismo y Mitología para escribir su siniestra obra y así, a través de aquella y del paso del tiempo, dar lugar a varios textos que reclaman ser el verdadero Necronomicón, a escritos falaces que abalan su existencia, a fichas ficticias que incluso han llegado a librerías universitarias y, desde luego, a muchos (particularmente ocultistas y aficionados a lo gótico y tendencias afines) ilusos que lo buscan y afirman que en realidad, debido a la presión ejercida por oscuras fuerzas, lo que Lovecraft inventó no fue el Necronomicón sino mas bien su afirmación de que había inventado el Necronomicón, siendo así mentira que el Necronomicón era una elaborada mentira suya…
imagen:Necronomicon-libro-inicio.jpg



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íncubos y súcubos


Existen personas más propensas a ser atacadas por íncubos y súcubos. Las mujeres de cabello hermoso y las monjas son un ejemplo.
Los sueños eróticos interpretados como encuentros con seres fantásticos han existido en prácticamente todas las mitologías. Pero sólo en aquellas en donde se concibe una entidad representativa del mal se han considerado como negativos y se han atribuido a demonios.
El íncubo y su equivalente femenino el súcubo, fueron la viva imagen de la malignización del sexo. Los demonios lúbricos cuyo único fin era utilizar el deseo sexual de las personas como una herramienta para causar daño tuvieron su origen en las religiones persas y judías.

 

La masturbación generaba demonios

Ya el Zohar daba la advertencia contra el derramamiento de semen en la masturbación. La eyaculación no experimentada en un intercambio con mujer, aseguraba, daba lugar a cientos de demonios.

 

Sexo con un demonio

Aunque resulta difícil de creer, inicialmente la Iglesia cristiana se mostró escéptica ante los testimonios de quienes aseguraban haber sido víctimas de abusos sexuales por parte de un demonio. Pero conforme la Inquisición fue cobrando fuerza la postura oficial de la Iglesia se vio obligada a cambiar.
Para el siglo XIV el coito con demonios eran ya un asunto de principal importancia tanto para los sacerdotes como para las jerarquías más altas.
Las personas en su mayoría podían ser simples víctimas, pero había entre ellas quienes de hecho buscaban semejantes cópulas aberrantes. Esas eran las brujas.

 

La vida sexual de una bruja

Aquellas perversas mujeres junto con los herejes, es decir los judíos o practicantes de cualquier otra religión, acostumbraban tener sexo con íncubos tan frecuentemente como les era posible.

Su degeneración era tal, que además de las relaciones sexuales que tenían de ordinario con los íncubos, asistían a las orgías del aquelarre, donde no sólo se acostaban con otras personas sino que tenían sexo con demonios de alto rango.
En los diversos documentos que contienen confesiones de brujos y brujas la distinción entre “el demonio” o cualquier demonio resulta un tanto imprecisa.
Lo que sí se aclara es que lejos de ser una experiencia placentera, el intercambio sexual con demonios resultaban doloroso y repugnante.

 

Organos reproductores de íncubos y súcubos

Los íncubos tenían falos enormes hechos de cuerno o cubiertos con escamas. Su semen era un líquido helado.
El sexo con los súcubos no era mejor. Aunque se presentaban como mujeres bellas y voluptuosas, penetrarlas era como penetrar una caverna de hielo. Algunos hombres forzados a practicarles cunnilingus coincidieron en describir la experiencia como repulsiva.
Las vaginas de los demonios chorreaban orina y heces y excreciones viles que despedían un hedor insoportable.

 

Íncubos y el cabello de la mujer

Si bien los brujos y las brujas accedían a esos encuentros por propia voluntad, cualquiera estaba expuesto a ser víctima de un íncubo.
Solían presentarse en sueños y tenían predilección por las mujeres con hermosas cabelleras. También por las vírgenes y por las monjas.
Los ataques de íncubos eran mucho más frecuentes que los de súcubos. La razón, según el pensamiento patriarcal de la Iglesia, era que las mujeres resultaban blancos más fáciles por su naturaleza moralmente vulnerable.

 

Alejar a íncubos y súcubos

Existían cinco maneras recomendadas por la Iglesia para liberarse de las visitas de íncubos o súcubos.
  1. Confesarse frecuentemente
  2. Hacer la señal de la cruz
  3. Recitar el Ave María
  4. Mudarse a otra casa o a otro pueblo
  5. Que un sacerdote exorcizara al demonio
Rociar agua bendita también era una práctica recomendable.

Merlín hijo de un íncubo

Los íncubos eran capaces de engendrar hijos en las mujeres que atacaban. Aunque no poseían un semen propio, recolectaban las eyaculaciones de los dormidos o de quienes se masturbaban, o bien se transformaban en súcubos para obtenerlas.
Los frutos de tales violaciones paranormales eran considerados hijos del hombre que tan inadvertidamente habían cedido su semen. Aunque existían historias de niños que habían nacido mitad monstruo, mitad humano, lo que hace pensar que el íncubo otorgaba parte de su esencia.
Ese fue el caso de Merlín, que engendrado por un demonio, según cuenta la Historia de Merlín, nació todo cubierto de pelo.

 

El burdel de los súcubos

Un caso curioso sucedió en Bolonia Italia en 1468, cuando un hombre fue acusado de abrir un burdel atendido exclusivamente por súcubos. El hombre no solamente fue declarado culpable sino que a raíz de tan absurda acusación fue ejecutado.
Pero el caso no debió parecer extraño en sus épocas. Durante la cacería de brujas una de las confesiones que se buscaba arrancar mediante la tortura era la del involucramiento sexual con demonios.
Los métodos eran tan brutales que prácticamente nadie tenían la presencia de ánimo para defender su inocencia. Si a eso se le suma que todo sueño erótico era causado por el diablo, entonces se puede pensar que de hecho nadie, ni siquiera el inquisidor, era realmente inocente.





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Gemelos traviesos


Pedrito y Juanito eran inseparables, no en vano eran hermanos gemelos y estaban entre los pocos niños de su edad que quedaban en el pueblo. Hacia años que la gente había empezado a migrar a la ciudad y los pocos jóvenes que permanecían en el pueblo lo hacían más por apego a sus mayores que por un deseo real de quedarse. Los padres de Pedro y Juan no eran la excepción, más de una vez se habían planteado hacer las maletas y arriesgarse a empezar una nueva vida en la ciudad, alejados de la monotonía del campo y el pesado trabajo de arar y sembrar los cultivos. Pero la idea de que sus hijos se criaran entre coches, humo y los peligros propios de las grandes urbes les frenaban. Aunque claro, eso también tenía su contra, los niños prácticamente estaban solos y no tenían muchos amigos con los que jugar.

Los gemelos eran conocidos en todo el pueblo por sus travesuras, es normal a esa edad que los niños sean inquietos y más cuando se aburren por no tener amigos con los que correr y jugar, pero los pequeños no paraban con sus pillerías y muchos ancianos del pueblo ya estaban hartos de ellos. Incluso, más de uno le había dado una bofetada a alguno de los gemelos o había ido con el cuento a sus padres o al cura, quienes a su vez ya les habían pegado más de un tirón de orejas. Su curiosidad no tenía límites y aprovechaban cualquier despiste para colarse en la casa de un vecino o espiar por una ventana.

Como en todos los pueblos, en el que residían los niños había un viejo huraño, uno de esos abuelos cascarrabias y con mal carácter al que pocos echan de menos cuando muere. Ese era el caso de don Vicente, que cuando falleció a los 75 años de edad no dejó mas que una sensación de alivio entre sus vecinos. Ya había protagonizado alguna pelea por sus terrenos con familiares y propietarios de las zonas colindantes, así que la noticia de su muerte no tuvo demasiado impacto en el pueblo. Aunque por supuesto llegó a oídos de los gemelos, que no dudaron ni un segundo que tenían que ir a investigar.

Nunca habían visto un muerto y su curiosidad fue tan grande que decidieron colarse en la casa de don Vicente cuando todo el mundo había salido del velatorio. Lo de “todo el mundo” es más un decir que lo que pasó realmente, porque salvo un par de plañideras aficionadas a llorar sin motivo aparente en cada funeral que se celebraba en el pueblo (incluso cuando casi no conocían al fallecido), prácticamente no fue nadie a presentarle sus respetos a don Vicente. Tal era el abandono del cadáver del anciano que incluso faltando pocas horas para su funeral ni siquiera le habían metido dentro de su ataúd y aún descansaba sobre una mesa en mitad del salón de su casa.

Pedrito y Juanito encontraron la casa vacía y las condiciones idóneas para saciar su curiosidad y ver al muerto sin que nadie les moleste. Con una total falta de respeto lo manosearon, le intentaron abrir los ojos y la boca, le movieron los brazos como si fuera una marioneta y le imitaron mientras se reían de él, pero un ruido en la finca les alertó.

Corrieron hacia la salida, pero ya era demasiado tarde y, sin saber dónde ocultarse, se metieron en un pequeño armario que estaba tirado en mitad del suelo del recibidor.

La voz de dos hombres que reconocieron como el cura y un viejo herrero, con el que habían tenido problemas en el pasado, sonó acercándose al armario.

-¿Quién ha dejado esto aquí tirado? No se puede ni pasar al salón, ya me contarás cómo va a pasar la gente a presentar sus respetos a don Vicente- Dijo el cura
-Tampoco creo que fuera a venir nadie, don Vicente se ha labrado a pulso una reputación de maleducado durante años y no creo que le llore nadie en este pueblo.
-No hables así, el hombre ya está esperando el juicio de Dios que es el único que tiene el poder de juzgar sus actos- aseveró el cura.

Ambos trataron de levantar el atáud (los niños, mientras los hombres hablaban, se habían escondido dentro por miedo) y se dieron cuenta de que ya estaba lleno.

-¡Ves! aún quedan buenos samaritanos en el pueblo, alguien nos ha facilitado el trabajo y ha metido a don Vicente en su caja. Llevésmoslo a su descanso eterno.-dijo el cura.

Los niños escuchaban toda la conversación desde el interior del féretro, pero era tanto el miedo que tenían al cura y al herrero que no quisieron revelar que en realidad eran ellos los que estaban dentro y quisieron esperar el momento adecuado para escapar.

Nadie acudió al funeral de don Vicente, por lo que el cura, cansado de cargar con la caja y el supuesto muerto, decidió realizar una versión rápida de la misa y en cinco minutos ya había despachado la situación. Los niños, víctimas del calor y el aburrimiento, empezaban a sentirse muy cansados y casi sin darse cuenta se quedaron dormidos. No pasaron más de cuarenta minutos cuando un ruido en la tapa del ataúd les despertó. Paletadas de tierra caían sobre la caja que ya había sido sellada y ni las patadas ni los gritos de los gemelos parecieron alertar al anciano enterrador que era conocido en el pueblo por su sordera. Los niños quedaron enterrados vivos y nadie parecía haberse dado cuenta…

Los padres de Pedrito y Juanito se sorprendieron cuando estos no llegaron a la hora de la merienda, pero imaginaron que estarían demasido entretenidos jugando o que algún vecino del pueblo les había invitado a comer algo. Lo que ya les alarmó fue que anocheció y llegó la hora de la cena y no aparecían por ninguna parte. Entonces comenzaron a buscarles y preguntaron a todo el que se encontraban por las calles, pero nadie parecía haberles visto en todo el día. Asustados llamaron a la Guardia Civil y una pareja de agentes se acercó a coordinar las labores de búsqueda. La madre recordó la muerte de don Vicente y tuvo la intuición de que los niños probablemente fueran a curiosear, pero allí no encontraron más que el cadáver del anciano sobre la mesa del salón, los vecinos se alarmaron cuando encontraron al muerto aún sin enterrar y rápidamente llamaron al cura.

-¿Cómo que no está enterrado? Yo mismo le llevé al cementerio y tuve que darle una misa a la que ninguno de vosotros fue.
-Eso es imposible, padre, don Vicente aún descansa sobre la mesa de su casa.
-Pero el ataúd estaba lleno cuando lo enterramos, si no fue a él ¿A quién hemos sepultado?

La cara de miedo de la madre se reflejó al instante y, conociendo como conocía a sus hijos, intuyó que ellos eran capaces de haberse metido dentro del ataúd en una de sus travesuras.

Por más prisa que se daban en desenterrar el ataúd, el tiempo parecía eterno para los habitantes del pueblo. Era tradición allí enterrar lo más profundo que era posible los féretros, de esta forma se podían sepultar en una tumba a varios familiares y se evitaban olores que se podían convertir en insoportables al visitar el cementerio en los meses más calurosos. Por este motivo llevó varios minutos remover suficiente tierra como para poder abrir el ataúd.

Lo que encontraron allí dentro fue un espectáculo escalofriante. Los niños habían muerto asfixiados, pero no sin antes luchar por sus vidas intentando escapar. Se habían destrozado las uñas de las manos arañando la madera y sus pequeños cuerpecitos estaba cubiertos de sangre. En plena desesperación habían tratado de romper la caja a golpes y se habían lastimado entre ellos y, probablemente fruto de la misma desesperación, habían acabado peleándose como animales acorralados, de modo que podían verse marcas de mordiscos y arañazos en los cadáveres de los gemelos.
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El Diablo en El Espejo (Córdoba)

Esta historia ocurre en Villa Carlos Paz, y quien la cuenta afirma que le ocurrió al amigo de un primo suyo.

Estábamos todos tomando unas cervezas en un bar de mi ciudad. estábamos entre risas y tomando lo normal, cuando apareció un flaco moreno, con vestimenta gótica, de unos 21 años, como nosotros. Pablo, uno de mis amigos que allí se encontraban, lo saludó, puesto que eran amigos. Se sentó con nosotros y hablamos durante unas horas.

Al cabo de unas, más o menos, 3 horas, el tema de conversación pasó a ser historias de miedo, como que ya había anochecido y nos encontrábamos ahora en un descampado. Nos contábamos historias terroríficas y acabamos realmente asustados. Entonces Geronimo, el pibe gótico, dijo que conocía una forma de ver al Diablo. Lo escuchamos, la verdad, con la misma atención de cuando te cuentan un chiste. El procedimiento que hay que seguir es el siguiente:

(Textualmente)"En Nochebuena, justamente a las 12 de la noche, el Diablo hace la inspección en la Tierra, la única en el año, así que si queremos verlo tiene que ser ese mismo día a esa misma hora. Vete al baño, puesto que es el lugar más propicio para realizar el evento, y cerra la puerta. Encendé 12 velas, al poder ser negras, y cuando quede poco para que sean las 12, cerras los ojos y te paras frente al espejo. Manténlos cerrados hasta que quede solo una campanada de las doce que debe sonar. En ese segundo verás al Diablo en el espejo"

Todos nos lo tomamos en joda, pero David, otro amigo, dijo que lo haría sin problema. estábamos a 20 de Diciembre, así que en cuatro días lo haría, solo pedía que hubiese un testigo, y que sería en su casa. Ese testigo fui yo.

24 de Diciembre, las 23:55. Todo estaba preparado y nadie nos molestaría. Entró David solo, yo tengo mucho miedo a esas cosas. Se cerró la puerta y esperé sentado afuera. Las campanadas sonaron, y yo estaba al acecho de que alguien estuviese espiando para darme un susto, pero no pasó nada. Suspiré, aliviado, llamé a David. No contestó. Atemorizado, abrí la puerta de un golpe, y lo encontré en el suelo, agarrándose el corazón. Y en el aire se olía el inconfundible rastro del azufre. Llamé a la ambulancia y se lo llevaron al hospital.

Le diagnosticaron un infarto al corazón a causa de un sobresalto, una crisis nerviosa. Yo no pude dormir durante meses, hasta que fui tratado por un psicólogo. Cuando por fin David se recuperó, me dijo a mí sus primeras palabras:


"Lo vi. . . Tengo mucho miedo"

Ahora ya conseguí dormir, pero David no es ya el mismo. Recuperó algo de su vitalidad, pero aún se le nota muy apagado, triste. Dicen que es porque el infarto lo deja a uno mal. No fue eso: fue lo que vio en el espejo. Y estará así hasta que se muera.
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Noche de navidad


Cuando desperté esta manaña, encontré la casa vacía. Esto era myt extraño. Dudaba mucho que mi familia se fuera a la casa de mi tía sin mí en Navidad. Algo no estaba bien. Todas las fotografías mías que estaban puestas por la casa habían desaparecido, las demás fotos seguían ahí. Pero lo más raro era el hecho de que no había ningún regalo bajo el árbol, cuando justo la noche anterior se habían colocado meticulosamente para que mi hermanita pensara que santa los había traído.

¿Qué demonios?, pensé para mis adentros, todo se ha ido, ¡incluso la basura que le había comprado a mis padres!

Entonces oí un extraño ruido gutural que me hizo prácticamente saltar. Giré mi cabeza y logré ver que era mi perra gruñendo. Me vio con miedo, como si fuera un enemigo o algo así. Se quedó mirándome, sus ojos notaban que estaba horrorizada, mientras continuaba gruñéndome. Cuando intenté acercarme a ella salió corriendo al otro cuarto lo más rápido que pudo. Dejó una gran meada en la alfombra.

"Mierda", dije en voz baja, "algo definitivamente no anda bien".

Revisé la casa para comprobar que todo estaba hecho un desastre. Las sillas y las mesas estaban volteadas, las lámparas, rotas. Parecía que un tornado o algo así había pasado por ahí. Me sentía hecho una mierda... creo que una buena analogía de cómo me sentía sería que me encontraba igual que el estado de la casa. Me sentía como si me hubiera atropellado un camión, y uno grande.

Fui al baño a lavarme la cara y un fuerte olor a cigarro y alcohol barato llenó la atmósfera. No sabía que pasaba. Me vi en el espejo y parecía un zombie, estaba blanco como la leche y tenía muchas ojeras. Mis pupilas estaban tan dilatadas que parecía que mis ojos eran negros en lugar de cafés. Estaba desconcertado.

Comencé a inspeccionar la casa en busca de pistas. Mientras buscaba encontré que la ropa formal de los demás faltaba, no debería ser raro, ya que la gente generalmente se viste bien en las celebraciones, pero por alguna razón me dio mala espina.

Al ver por la ventana me di cuenta que el Cadilac negro de mi padre no estaba estacionado, tampoco el carro de mamá. Estaba enojado de que me dejaran caminando, la casa de mi tía estaba cerca de ahí, pero igual se me hizo muy grosero.

Me puse mi chamarra, ya que hacía frío afuera, algo de esperarse en diciembre en Boston. Salí con cuidado, silenciosamente para no asustar más a mi perra de lo que ya estaba.
Había una gran masa de gente congregada en una intersección de calles a tres cuadras de mi casa. No pude ver mucho, pero parecía un gran accidente. Un idiota en un carro negro se había estrellado en una casa de dos pisos, había entrado hasta la condenada sala.

Como no me gusta el morbo, aún estando preocupado por los posibles lesionados, seguí caminando. Nada estuvo fuera de lo ordinario. Solamente mis vecinos saludándome con una palmada en la espalda, el típico "saludo bostoniano".

Llegué a la casa de mi tía dos horas después de haber dejado mi casa. Sí, me tomé mi tiempo. Toqué y nadie me abría. Revisé por la ventana y alcancé a ver a varios familiares, mi familia nuclear incluído, sentada al rededor de mi casa. Me enojé mucho, quería meterme Luego noté que todos se veían algo tristes. Todos estaban vestidos de negro, incluso los fans de los feos suéteres navideños. Entonces se me fue quitando el enojo y decidí entrar tranquilamente mejor. La puerta estaba abierta.

En cuanto crucé el umbral de la puerta, una luz fuerte me encandiló. Luego todo se puso negro.

Cuando desperté, salí de mi cuarto y todavía no había nada bajo el árbol. Los dos carros seguían sin estar. No entendía porqué mis padres habían llevado nuevo a casa y me volvieran a dejar para irse de nuevo a la casa de mi tía. Decidí regresar.

Me volví a poner mi chamarra y salí de la casa. Me acordé del accidente tres cuadras y decidí no ser una nena esta vez y revisar. Ahora toda la gente ya no estaba, solamente dos patrullas a cada lado del carro estrellado. Me ranstornó ver que ninguno de los policías que estaban dentro de ellas se dio cuenta de mi presencia, aún estando enseguida de ellos.

Aproveché que los policías no me miraban para revisar dentro del carro chocado. No iba a permitirme voltear para ptro lado, incluso si me dieran ganas de vomitar. Estaba horrorizado de ver a un sangriendo cadáver que se veía igual que yo, descalabrado en el tablero de carro. La sangre seguía corriendo por su frente. Sus manos seguían aferradas al volante y una mirada de horror seguía en su rostro. La hermosura del rigor mortis en todo su explendor.

En la distancia, vi como se acercaba una ambulancia con la alama puesta se acercaba al carro. Corrí para alejarme del auto, solo para chocarme con una insignia de cadillac. La ambulancia seguía acercándose. Le grité a los policias pero ninguno me hizo caso. Busqué piedras en el jardín de la casa y comencé a tirarlas a las patrullas. Los policías de repente se levantaron por el ruido y voltearon a verme con una cara extrañada y se voltearon como si no me hubieran visto y se pusieron a comer donas.

Corrí tan rápido como pude, pero solo pude avanzar unos metros antes de tropezarme con algo. Volví a encandilarme con una fuerte luz, como la vez en la casa de mi tía.

Todo me vino en un flash. Un embotellamiento. Pasarme los altos, preocupado de llegar tarde, solo para terminar chocando de frente con una camioneta. Cubriendo mi cara del vidrio cortado con mis manos. Tratando desesperadamente de volver a tener el control del auto. Atravezando la pared de una casa. Estrellandome contra el tablero del carro. Y finalmente, ahogarme con mi propia sangre hasta que llenó mis pulmones.

Cuando desperté esta tarde, la casa estaba vacía. Esto era extraño. Dudaba que mi familia me hubiera dejado dormido mientras se fueron a casa de mi tía por navidad. Algo no estaba bien. Todas las fotografías mías no estaban, pero las demás seguían ahí. También se me hizo raro que no había regalos b, cuando justo anoche se habían puesto meticulosamente bajo el árbol.
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